sábado, 12 de mayo de 2012

El arte a mi manera: Cristo Yacente

           CRISTO YACENTE
El Cristo, procedente de la Casa Profesa de los Jesuitas de Madrid, apoya la cabeza y su torso sobre unos almohadones, quedando de esta manera el rostro inclinado hacia el espectador. El desnudo cuerpo, equilibrado y sereno, se coloca sobre una blanca sábana en la que destacan los delicados pliegues. Para romper la simetría y la frontalidad de la figura, Fernández coloca la pierna izquierda doblada sobre la derecha. El rostro del Salvador, con los ojos y la boca semicerrados, transmite al espectador un intenso sentimiento, destacando también la calidad mórbida del conjunto, especialmente el hombro y la mano.
Gregorio Fernández acomete el tema logrando establecer un tipo iconográfico de gran éxito dentro del cristianismo, siendo prototipo también del “paso procesional” de la Semana Santa. Muestra el cuerpo de Jesús desnudo yaciendo sobre un lecho, ya muerto, pues sus músculos están relajados, girado hacia el espectador, para que éste pueda percibir mejor las marcas de la Pasión. El tratamiento del desnudo nos remite a Velásquez, con un estudio anatómico perfecto y de gran interés, por su efecto de belleza plástica. El autor realiza una serie de detalles para provocar efectos naturalistas, como el ligero levantamiento del esternón o el jugar con direcciones opuestas en hombros y caderas. El sentimiento clásico del desnudo desaparece bajo el horror de la reciente agonía, visible en las llagas, pero sobre todo en la cabeza. El interés lo centra en el rostro, alargando los rasgos, mostrando regueros de sangre, los ojos entreabiertos, recurriendo para acentuar el naturalismo a elementos postizos, como los dientes de pasta, por ejemplo que asomas por sus labios resecos. Como su intención principal es crear en el espectador el sentimiento de realidad, las encarnaciones, heridas, moratones, etc., son de gran realismo, pero sin pretender caer en la exageración, solo con la pretensión de comunicar un sentimiento.
La fuerza expresiva de la imagen tuvo gran trascendencia, incluso el propio Gregorio Fernández realizó más de siete réplicas tanto para iglesias madrileñas como para conventos de Valladolid o Monforte de Lemos (Lugo), o la catedral de Segovia.
Su arte es profundamente realista y a la vez místico, tratando siempre de despertar la piedad popular a través de su figura descarnada y expresionista. Su patetismo y gran carga dramática lo enlazan con el gótico. En cuanto a la policromía, abandona los acabados y el uso del oro en aras de un mayor realismo. Los marcados plegados del paño que le cubre a medias por la zona genital y sirve de sábana, favorecen los contrastes lumínicos, dándole además un aspecto de metal muy característico de su escuela. Gregorio Fernández fue discípulo de Juni, del que tomó la expresividad y también de Leoni, del que saca la elegancia de la que dota a sus figuras.
Cristo yacente

No hay comentarios:

Publicar un comentario